En un sistema judicial que exige cada vez mayor precisión técnica y objetividad probatoria, la figura del perito calígrafo judicial se consolida como un elemento imprescindible en la resolución de numerosos procedimientos. Desde la Asociación Judicial Nacional de Peritos, queremos poner en valor la labor discreta pero esencial de estos profesionales, cuya intervención puede marcar la diferencia entre la verdad y el fraude, entre una prueba válida y una prueba impugnada.
Una especialidad al servicio de la justicia
El perito calígrafo es el experto encargado de analizar escrituras, firmas, anotaciones manuscritas y documentos para determinar su autoría, autenticidad o posibles alteraciones. Su campo de actuación no se limita al ámbito penal, donde suele intervenir en delitos de falsedad documental, suplantación de identidad o estafa, sino que abarca también procedimientos civiles, mercantiles, laborales e incluso sucesorios.
Así, es habitual que se requiera su dictamen en casos como:
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Impugnación de testamentos ológrafos, donde se debate si el testador escribió de su puño y letra el documento.
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Contratos manuscritos en los que se cuestiona la firma o la autoría.
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Reconocimientos de deuda firmados a mano.
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Cartas, notas manuscritas o cualquier otro documento cuya veracidad sea puesta en duda.
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Anónimos o documentos amenazantes en procedimientos penales o de acoso.
Una técnica que exige ciencia, experiencia y objetividad
La labor del perito calígrafo se basa en la grafística (análisis de escrituras manuscritas) y la documentoscopia (análisis técnico de documentos), disciplinas que requieren formación especializada, metodología rigurosa y capacidad para aplicar criterios técnicos de forma imparcial.
El perito debe comparar muestras indubitadas (firmas o textos cuyo autor está confirmado) con las muestras cuestionadas, teniendo en cuenta aspectos como la presión, la inclinación, la forma de los trazos, la velocidad del trazo, los gestos tipo, los enlaces entre letras, entre otros. Además, en ocasiones debe determinar si un documento ha sido manipulado, falsificado o alterado mediante métodos físicos o químicos.
No menos importante es su capacidad para exponer sus conclusiones de forma clara, objetiva y comprensible, tanto en el informe pericial como, si fuera necesario, en sede judicial durante la ratificación. Su imparcialidad y su dominio técnico convierten al dictamen pericial caligráfico en una prueba de alto valor para los jueces, quienes pueden basarse en él para dictar sentencia con mayor seguridad jurídica.
La importancia de contar con profesionales acreditados
Desde la Asociación Judicial Nacional de Peritos, insistimos en la necesidad de que esta prueba sea emitida únicamente por profesionales debidamente formados, habilitados y registrados como peritos judiciales. Solo así se garantiza que el dictamen tenga validez, fiabilidad técnica y fuerza probatoria.
Además, reivindicamos una mayor concienciación por parte de abogados, procuradores y magistrados sobre la utilidad de esta figura, a menudo infrautilizada o desconocida en muchos procedimientos donde su intervención podría ser determinante.
Compromiso con la formación y el reconocimiento profesional
En este sentido, la Asociación impulsa cursos de especialización, talleres prácticos y jornadas formativas en colaboración con distintas entidades públicas y privadas, con el objetivo de elevar el nivel técnico de los peritos calígrafos, promover buenas prácticas, y fomentar el reconocimiento institucional de esta figura.
Porque no hay justicia sin verdad, y no hay verdad documental sin análisis técnico independiente, el perito calígrafo representa una garantía esencial frente a la manipulación, el engaño o la falsificación.
Invitamos a todos los profesionales interesados en esta apasionante rama pericial a formar parte de nuestra comunidad, para seguir creciendo, compartiendo conocimientos y reforzando el papel del perito judicial como pieza clave del sistema de justicia.